La estrella más grande de la galaxia había caído, ese cometa que la rondaba de hace tantos años, la había conquistado al fin, ella había cedido a sus encantos y ahora moría de amor, ya nada podía hacer, solo rendirse y seguirle con la mirada, esperar y concentrar sus energías en aquel momento en que ese fugaz cometa fuera de ella nuevamente, pero el tiempo paso y paso y él no volvía, entonces su luz se fue apagando poco a poco. Y cuando su corazón ya parecía haberse detenido reaccionó, gracias a ese repentino frío dulzor procedente de aquel desamor, de aquella ultima caricia, de aquel último beso. Ese desamor que ahora la tenía al borde de la muerte, y se dio cuenta que nada volvería a ser como antes y que sus labios ya no volverían a guardar el calor de otros tiempos y lo comprendió. Los besos de ese mágico ser no volverían a rozar su piel nunca más.
Suspiró y se empezó a cuestionar todo sobre su futuro, que sería de ella si ya no podía entregar esa luz que la caracterizaba, a pesar de tener miles de años, aún era muy joven para morir, pero el destino ya había tejido sus hilos y su vida ya estaba contada, pronto moriría y sería reemplazada por una nueva deidad, una más joven, una que aún conservara ese calor que ella había perdido a manos del desamor, a manos de ese indigno ser que solo vio pasar por unos instantes, pero que un abrir y cerrar de ojos la logró cautivar, ese truhán sinvergüenza que en unos segundos hizo todo lo que quiso con ella. Ahora todo comenzaba a desmoronarse, todo por culpa de una efímera locura, todo por culpa de ese sujeto que no tuvo remordimiento ni puso objeción alguna al momento de robarle todo lo que tenía, inclusive ese tesoro, esa energía que ella bien guardaba, energía tan valiosa como la vida misma o más.
Cuando él se dio cuenta que ya le había hecho demasiado daño, o al menos ésto creyó ella, y no tenía de donde aprovecharse, se marchó y puso fin a su descaro. El tiempo continuo su curso, él ahora ya no estaba y la vida poco a poco se iba tranquilizando, pero aquella musa olvidada. no volvería a brillar como en tiempos de antaño, su último adiós estaba cerca, su luz estaba pronta a apagarse, el desamor había acabado con ella, su momento de apogeo, de esplendor, de plenitud había llegado a su fin. Fiel a su esencia de estrella, de astro que nunca se apaga, momentos antes del final, comprendió que no debió haber desviado su atención, pero que aún no era su fin y que ahora lo que la mantenía vivía era ese frío, ese tormento, ese suspiro que la había hecho reaccionar. El destino le estaba dando una segunda oportunidad o al menos en este instante, bajo una nueva identidad había logrado algo que pocos habían podido antes lograr, ella había engañado a la muerte y podía vivir su vida a su manera. La manera que ella quisiese, por el resto de los días, sin rendirle cuentas a nadie. Su esencia había cambiado del calor al frío, pero ya nada importaba, estaba viva, ya encontraría un ente nuevo para amar y un nuevo ideal que seguir y quien sabe quizás en un momento cualquiera recuperaba su calor insigne y todo volvía a ser como antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario